En ese instante el Sol aparecerá, desde la perspectiva de la Tierra, en su posición más extrema al norte de la bóveda celeste. Éste será el día más largo del año.
El universitario explicó que el solsticio se relaciona con el movimiento aparente de nuestra estrella brillante alrededor al planeta; es decir que, visto desde aquí, el Sol describe una trayectoria en torno a la Tierra, cuyo plano posee una inclinación de poco más de 23 grados con respecto al ecuador.
“Si proyectamos el ecuador de la Tierra a la bóveda celeste, tenemos el llamado ecuador celeste, y la trayectoria del Sol que describe en ella es la eclíptica, con inclinación poco mayor a 23 grados con respecto al mismo”, detalló.
En esa trayectoria se describen, a lo largo del año, los momentos en que el Sol cruza el ecuador celeste (equinoccios) y en el que alcanza las posiciones más extremas sobre el mismo (solsticios).
Flores, encargado del Anuario del Observatorio Astronómico Nacional, y quien desarrolla el cálculo de efemérides astronómicas, precisó que en su “camino” el astro cruza dos veces al año el ecuador celeste: marzo y septiembre, y alcanza su posición extrema, al norte y al sur, en junio y diciembre.
De ese modo, se registran dos equinoccios al año: primavera y otoño, y dos solsticios: verano e invierno, subrayó el experto en movimiento de los planetas, astronomía mesoamericana y meteórica.
Los solsticios se pueden visualizar. Si seguimos el movimiento aparente del Sol en el horizonte, vemos que cada mañana sale en un punto diferente: en su posición extrema sale aproximadamente a 23 grados al norte del punto cardinal este, en verano; y en invierno, a 23 grados al sur.
La palabra equinoccio tiene que ver con una duración igual del día y la noche, en tanto que solsticio se refiere a un mismo punto donde el Sol surge en el horizonte, mostrándose como detenido: “si observamos a simple vista su salida en el verano o en el invierno, ocurre en el mismo punto durante un mes, aproximadamente”.
El experto de la UNAM aclaró que esto no tiene nada que ver con la cercanía de la Tierra con nuestra estrella. De hecho, “la mayor distancia entre ambas ocurrirá el 4 de julio. Son sucesos diferentes, pero que casi marcan una coincidencia, con 15 días de separación”.
Importancia histórica y cultural
Daniel Flores refirió que los solsticios y equinoccios son fenómenos con importancia histórica y cultural, pues las sociedades humanas siempre han observado el trayecto solar, con el que podían regir la vida social y religiosa, además de conducir correctamente los ciclos agrícolas.
En verano tenemos los días más calurosos y en invierno los más fríos, y las duraciones más largas o cortas del día, en cada caso. De acuerdo con esas circunstancias se dio la habitabilidad de los espacios donde se desarrollan las sociedades humanas.
En el pasado, ejemplificó el experto, era muy importante seguir las condiciones del movimiento aparente del Sol; en la actualidad, determinar exactamente la hora en que ocurre tal o cual suceso planetario permite mejorar los cálculos del movimiento de los cuerpos del Sistema Solar, y en esta época de gran avance tecnológico también hace posible establecer las trayectorias de complejos electrónicos, naves o satélites que se lanzan al espacio.
Fenómenos como los solsticios son bien conocidos, pero se siguen para registrarlos, hacer comparaciones y determinar si es necesario corregir las teorías del movimiento del Sistema Solar, expuso.
El cálculo del solsticio de verano o cualquier otro suceso periódico de este tipo es resultado de los esfuerzos de la mente humana por comprender la naturaleza, finalizó. (Boletín de la UNAM)