El estrés prolongado genera deficiencias de atención y alteraciones en el nuevo aprendizaje, y es más notorio en acciones cotidianas al tratar de recordar “a qué venía” o “dónde dejé el celular”, dijo Pilar Durán Hernández, neurobióloga de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM.

Publicado en Nación
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