Como parte de la suma de esfuerzos por reencontrarse con su público y cumplir el compromiso de compartir lo mejor del repertorio de la música de concierto, la OSY presentará este domingo su noveno programa integrado por la Suite No. 1 de “Peer Gynt”, de Grieg y la Sinfonía No. 2 de Beethoven.
La máxima agrupación musical de Yucatán retomará como sede alterna el auditorio de del Palacio de la Música este 27 de noviembre a las 12 horas.
El Fideicomiso Garante de la Orquesta Sinfónica de Yucatán que encabeza Miguel Escobedo Novelo, reitera su gratitud y reconocimiento por todo el apoyo brindado al Palacio de la Música y a su público, que no ha dejado de asistir a los conciertos presenciales de la Orquesta Yucateca.
El maestro invitado, Gustavo Rivero Weber, es destacado pianista y director de orquesta nacido en la Ciudad de México en 1960. Su formación en la técnica de dirección orquestal la obtuvo de los reconocidos maestros Avi Ostrowsky, Alun Francis y Jan Latham-Koenig.
Ha dirigido como huésped a la Orquesta Sinfónica del Estado de México, Orquesta Sinfónica de Xalapa, Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, Sinfónica de Yucatán, la Camerata de Coahuila, la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata (OJUEM) y la Orquesta Sinfónica Carlos Chávez, entre otras.
Gustavo Rivero Weber ha sido maestro de las cátedras de Piano y Música de Cámara de la Escuela Superior de Música del INBAL, además de coordinador nacional de Música y Ópera del INBAL y director general de Música de la UNAM. En el 2008 recibió la Medalla Mozart, por lo que es uno de los más destacados directores del momento.
El compositor noruego Edvard Grieg (1843-1907) escribió la música de la puesta en escena teatral Peer Gynt del reconocido escritor Henrik Ibsen, consistente en un drama de cinco actos sobre la vida de un ambicioso muchacho que vive insólitas aventuras, cuyo nombre le da el título a la obra: Peer Gynt.
En principio Ibsen concibió la obra para ser leída y no representada, ya que el argumento plan- teaba grandes dificultades escénicas. Para resolver estos problemas, en 1874 decidió ponerse en contacto con Edvard Grieg y le ofrece componer la música de su obra. Con ello se dio el encuentro de dos genios noruegos.