Aún brillaba la Luna cuando comenzaron a entrar los primeros visitantes que apoyados con lámparas y el “flash” de sus celulares, caminaron los poco más de 400 metros del Sac-Bé uno hacia el Templo de las Siete Muñecas para esperar la salida de Kin.
Apenas tres minutos tuvieron los visitantes, quienes llegaron antes de las cinco de la mañana, para captar con sus cámaras y celulares, el hermoso cuadro que se forma en el firmamento como una obra de arte natural.
Gracias a un acuerdo entre el Ejecutivo estatal y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) desde ayer hasta este lunes 23, la zona arqueológica se abrirá desde las cinco de la mañana para que las personas interesadas en el fenómeno puedan acudir.
Como se sabe, esta maravilla natural, legado de la gran sabiduría de los ancestros mayas, ocurre dos veces al año: el primer equinoccio se aprecia cada 21 de marzo, con motivo del inicio de la primavera y ahora en septiembre.
Algunos de los visitantes, tanto locales como foráneos, coincidieron en comentar que fue en un espectáculo muy hermoso y que con toda seguridad regresarán para observarlo de nuevo.
El director del Patronato de las Unidades Turísticas y Culturales (Cultur), Mauricio Díaz Montalvo, recordó que este espectáculo se podrá ver también este domingo 22 y lunes 23, con el mismo horario, tal y como se acordó con el INAH.
“Aprovechen que es fin de semana, estoy seguro que quedarán encantados con esta maravilla, que nos llena de orgullo por lo que representa para nuestra cultura”, agregó.
Díaz Montalvo agradeció al apoyo de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) y de la Policía Federal (PF) por la seguridad que brindaron a todos los turistas.
Recalcó que el objetivo de este evento, es que los visitantes se sientan cómodos y disfruten un evento de calidad.
Dado que no fue tan masiva la visita, como suele ocurrir con el fenómeno solar de primavera, la gente pudo acomodarse con tiempo y con calma. No hubo incidentes y tampoco lesionados.
La limpia de las “malas vibras”
Como se hizo en el anterior equinoccio, a la entrada del sitio se instaló Tiburcio Can May, un Ah-men (sacerdote maya o guía espiritual) quien realizó una “limpia” a varios turistas de las “malas vibras” mediante un rito con incienso y leves azotes con hojas.
“Con estos ritos las personas quedan renovadas en el alma y en el pensamiento “recalcó el Ah-men.