En la actualidad, el doctor Martínez Castillo y su grupo de trabajo se encuentran redoblando esfuerzos para conocer todo lo relativo a la domesticación de la huaya cubana, que pese a su denominación, ésta se originó en sudamérica, entre Colombia y Venezuela en donde se le llama comunmente mamón o quenepa.
El origen de la domesticación de la huaya aún es un misterio para la comunidad científica, pues aunque es una especie que se ha utilizado ancestralmente por la cultura maya; también existen poblaciones silvestres en Sudamérica. Las investigaciones del también director del Jardín Botánico Regional se centran en conocer si el fruto fue domesticado por la cultura maya o por los nativos sudamericanos.
"Queremos que se conozca toda su variación morfológica, hay una gran diversidad de colores, sabores y texturas. Investigamos para que otros grupos de estudio puedan aprovechar el conocimiento generado".
Asimismo, destacó que los frutales nativos aportan una serie de vitaminas y antioxidantes que no se encuentran en las carnes o lácteos y que han sido parte esencial de la dieta del hombre desde su origen, por lo que es importante continuar haciendo uso de ellos.
En el caso de la huaya cubana -la más común en la región- se tiene conocimiento que funge como agente para combatir el cáncer, que es buena para los riñones; y que su semilla molida puede ser utilizada para tratar la diarrea y matar parásitos intestinales.
"Tienen una serie de beneficios que no han sido explorados, es un campo abierto porque es muy probable que siendo especies hermanas tengan propiedades similares. Si hubiera grupos de investigación se avanzaría más, pero desafortunadamente no hay muchos científicos interesados en el tema" (Juan Manuel Contreras)