Como él, don José Ignacio Casares Vales también comparte su amor por la institución desde hace 46 años, cuando el 3 de mayo de 1976 se graduó como parte de la primera generación de socorristas y desde entonces es miembro activo, siendo voluntario fundador de diferentes áreas.
Ambos, colaboraron para que en 1990 la Escuela Local de Socorristas 58 se convirtiera en la Escuela Estatal de Técnicos en Urgencias Médicas (Eetum) 16, como lo es hasta la fecha y posteriormente se crearan nuevas especialidades como la de desastres, acuática y la Coordinación de Veteranos,
En 1988, el huracán “Gilberto” dañó a la Península de Yucatán y la Cruz Roja Mexicana delegación Yucatán en su edificio del centro, acuarteló al personal voluntario que trabajó por días atendiendo servicios de emergencia, para evaluar los daños ocasionados, recibir alimentos para las despensas y repartirlas en todo el Estado; fue la primera experiencia que José Casares y Pablo Borges tuvieron coordinando un gran operativo de desastres.
Luego, la Sede Nacional convocó a José Casares para apoyar a los damnificados del huracán “Mitch” en Honduras y también para acudir a Los Ángeles, California como responsable de un albergue tras el terremoto de Northridge en 1994, junto con otros voluntarios.
Tanto José Casares como Pablo Borges se sienten orgullosos de ser parte de la Coordinación Estatal de Veteranos y guardan en sus recuerdos el haber formado más de 400 socorristas que pasaron a lo largo de 10 años por la extinta escuela de socorrismo.
“La satisfacción de ver los frutos de la enseñanza, de los principios fundamentales de la Cruz Roja en la acción humanitaria me llena de orgullo, haber enseñado a los jóvenes a salvar vidas y que sepan que como ellos hay millones de personas en el mundo, hace que sienta que cumplí mi misión”, concluyó Casares Vales.