Es quizá el oficio más antiguo de la educación, cuya labor se reinventa al paso del tiempo y a las circunstancias. La pandemia ajustó su actividad, debido a que las bibliotecas, durante los últimos meses, se exploraron principalmente de forma digital.
A propósito del Día Nacional del Bibliotecario, que se conmemora el próximo 20 de julio, y 2021 como el Año Iberoamericano de las Bibliotecas, Ramírez Leyva asegura que, gracias al trabajo previo, la Universidad de la Nación “cuenta hoy con una biblioteca digital espléndida que tiene más de un millón de recursos entre libros, tesis, revistas, mapas, partituras e incluso fotografías”.
De acuerdo con su Agenda Estadística 2019, cuenta con 133 bibliotecas físicas que albergan más de siete millones 110 mil volúmenes de libros impresos y un millón 765 mil títulos diferentes.
Ante la irrupción por la pandemia del Covid-19, la biblioteca digital en la UNAM refrendó su papel como pilar para que las actividades sustantivas de la institución continuaran: docencia, investigación y difusión de la cultura.
Según datos del Gobierno de México, la Red Nacional de Bibliotecas opera actualmente siete mil 413 recintos públicos establecidos en dos mil 282 municipios, y proporciona servicios gratuitos a más de 30 millones de usuarios anualmente.
Sin embargo, se carece de un censo de bibliotecarios a nivel nacional. Estimaciones realizadas por organismos no gubernamentales indican que en nuestro país hay aproximadamente 20 mil, en estos espacios públicos y privados, sin incluir los de la UNAM.
SU FUNCIÓN Y ESPECIALIDAD
Es un personaje de antigua data, quien nace con la biblioteca y si hablamos de eso consideramos su existencia desde antes de nuestra era, refiere Elsa Ramírez Leyva.
La también integrante del Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información (IIBI) de la UNAM, menciona que además de preservar y facilitar el acceso a la información, el bibliotecólogo contribuye a la formación de comunidades lectoras.
“Todo ello a fin de que se puedan acceder y usar los datos, transformarlos en aprendizaje, conocimiento, innovación y experiencias”, enfatiza.
Además, ha sido un actor fundamental para el desarrollo de las instituciones educativas que precisamente contribuyen a la evolución humana, “porque sin información, sin el acceso a esta y sin saber usarla, no sé dónde estaríamos”.
Nuestra labor también es propiciar que cada lector descubra sus libros, sus datos, que sea un encuentro fácil y además impulsar que las bibliotecas avancen constantemente, agrega.
En suma, el bibliotecólogo y bibliotecario son profesionales o auxiliares quienes desarrollan procedimientos para organizar la información, así como ofrecer servicios para instruir a otras personas en las maneras más eficientes de acceder a ella. Es el vínculo, el enlace, entre el universo de la información y las comunidades lectoras, apunta Ramírez Leyva.
Entre las especialidades del profesional de la bibliotecología, según el perfil formado en la UNAM, se encuentran la planeación, organización y dirección de servicios bibliotecarios y de información.
La Gestión de Documentos consiste en la administración, organización y recuperación de la información en archivos del sector público y privado. Además de la elaboración de proyectos de diseño, planeación y dirección para optimizar los servicios en las diversas unidades de información.
MAYOR USO DE TECNOLOGÍA
La también integrante del Consejo Asesor del Programa “Universo de las Letras” de la UNAM, enfatiza que la profesión se fortaleció con la creación del IIBI; fue aprobada por el Consejo Universitario, en la sesión extraordinaria del 30 de marzo de 2012.
De acuerdo con Ramírez Leyva uno de los retos actuales de los bibliotecólogos, sobre todo durante el confinamiento por la pandemia, ha sido robustecer el trabajo con los usuarios a distancia.
“Por ejemplo en la Universidad Nacional el bibliotecólogo tuvo que hacer gran presencia en el medio digital para orientar el acceso, uso y obtención de la información. Para ello se implementó el programa Bibliotutor, quien ayuda al usuario a lograr encontrar lo que busca”, expuso la especialista.
De manera general, los desafíos del bibliotecólogo son avanzar en su formación digital y migrar a más servicios a esta modalidad.
En el ámbito académico, realizar investigación teórica y aplicada; acrecentar el conocimiento original en estos campos; así como aportar soluciones a los problemas nacionales y mundiales vinculados a la Bibliotecología y la Información, con base en la investigación, elaboración de políticas públicas e intervenciones sociales. (Con información de la UNAM)