De acuerdo con especialistas, los trastornos del estado de ánimo, dentro de los que se haya la depresión, representan el 11 por ciento de las consultas en Salud Mental en México, siendo la ansiedad el principal motivo de consulta con un 20 por ciento.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) proyecta que para el 2030 el principal motivo de discapacidad en el mundo serán los trastornos mentales. Por su parte, el Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía (Inegi) señala que 29.9 por ciento de los habitantes mayores de 12 años sufren algún nivel de depresión ocasional, mientras que 12.4 por ciento los experimenta de manera frecuente.
De acuerdo con el neuropsiquiatra y director del Centro de Investigaciones del Sistema Nervioso (Cisne), Edilberto Peña, explicó que “el cuadro clínico está caracterizado por un descenso del estado de ánimo, la pérdida del interés y la capacidad de disfrute, hay menos energía para realizar actividades”.
“Las personas con depresión presentan síntomas de ansiedad, se les altera el sueño, tienen sentimientos de culpa, baja autoestima, dificultades para concentrarse, lo que genera problemas en la vida social, laboral y familiar. De no atenderse a tiempo, este trastorno puede empeorar y provocar mayores daños a la vida de la persona que lo presenta”, agregó.
Para la presidenta de la Asociación Psiquiátrica Mexicana, Jacqueline Cortés, la depresión “debe ser una prioridad de salud pública, dado el impacto que tiene en las personas en edad laboral, tanto social como económicamente. Muchas personas no reciben atención y de las que la reciben, en varias ocasiones no es la correcta”.
“Aunque no se conocen todos los motivos de la depresión, la ciencia ha demostrado que hay varios aspectos que son muy importantes, por lo que los principales son: herencia (genética), aspectos desafortunados de la vida (traumas), alteraciones en sustancias químicas del cerebro llamadas neurotransmisores (principalmente serotonina), entre otros”, comentó.
Respecto al tratamiento de la depresión, tanto la doctora Cortés como doctor Peña, aseguraron que “cuando es leve y ha durado menos de un año, el tratamiento puede ser sólo con psicoterapia, antidepresivos o la combinación de ambos. Si se considera moderada, la intervención sería con psicoterapia y tratamiento farmacológico. Finalmente, cuando el caso es grave, además de la psicoterapia y tratamiento farmacológico, puede ser necesario, en algunas ocasiones, hospitalizar al paciente para salvaguardar su vida o su integridad física”.
“Los antidepresivos son medicamentos que no causan dependencia o adicción. Indicados y manejados por un médico especialista, dan buenos resultados en el tratamiento, mismo que debe de durar un mínimo de seis meses a un año. Tratar a una persona en caso de que padezca depresión mejora notablemente su funcionalidad, calidad de vida, y en casos severos, incluso se conserva la integridad física y la vida, ya que con la mejoría anímica las ideas de muerte o de suicidio van a desaparecer”, dijeron.
Al respecto, los expertos afirmaron que “actualmente, existe una brecha en la calidad de la atención por la falta de medicamentos y terapias adecuadas. Solo se invierte el 2 por ciento del presupuesto de salud en salud mental y de ese 2% el 80% va a los hospitales, el 20% queda para las actividades de primer nivel de atención y de esas la mayor cantidad está dedicada a la prevención y en particular al suicidio”.
Por su parte, la directora Médica, Regulatoria y Calidad de Lundbeck MAC, Nuria Marcos, reafirmó el compromiso del laboratorio en pro de la salud mental.
“Lundbeck es un laboratorio 100 por ciento dedicado a la investigación e innovación de tratamientos para la atención de la salud mental, por ello nuestra meta es ser parte medular del esfuerzo internacional para vencer a la depresión, sobre todo después del incremento que se ha registrado debido a la pandemia que estamos viviendo”, concluyó.