En un comunicado, se informó que hicieron referencia a la arquitectura, escritura y saberes mesoamericanos como un manifiesto de los conocimientos aztecas y mayas sobre matemáticas, astronomía, geometría y acústica, así como de su capacidad para observar y registrar los fenómenos celestes, lo que permitió elaborar calendarios precisos y advertir la ocurrencia de eclipses.
Para las personas dedicadas a la arqueoastronomía, un eclipse solar total como el ocurrido hoy 8 de abril fue la señal para fundar México-Tenochtitlán en el centro del Lago de la Luna; así como que la traza urbana y edificios prehispánicos son expresiones de los conocimientos sobre el movimiento de los astros.
También se destacó la prodigiosa capacidad nacional para el desarrollo de instrumentos astronómicos, bases que se sentaron desde el México antiguo para tecnologías actuales como el Observatorio Astronómico “Guillermo Haro”, la Cámara Schmidt y el Gran Telescopio Milimétrico.
Las expertas recordaron que un eclipse es un evento astronómico que sucede cuando el Sol, la Luna y la Tierra se alinean, provocando la proyección de la sombra de la Tierra sobre la Luna o de la Luna sobre la Tierra. Un eclipse solar ocurre cuando el disco de la Luna pasa por delante del disco del Sol, y se puede presentar de tres maneras: total, anular y parcial.
Los eclipses totales —como el que se observó este día en Coahuila, Durango y Sinaloa— se presentan cuando la Luna cubre por completo al astro rey y se aprecia la ausencia de luz parecida a la noche. En el caso de los parciales se producen cuando el satélite lunar cubre una parte del Sol y la iluminación del ambiente no desaparece, sólo se reduce.
Para estudiar y explicar las razones astronómicas por las cuales suceden los eclipses solares, es importante considerar que la distancia entre la Tierra y el Sol es variable, así como la distancia de la Tierra a la Luna; asimismo, que este evento sólo ocurre cuando hay Luna nueva.
Es decir, aunque estos tres cuerpos tienen dimensiones muy diferentes, es posible explicar que se eclipsen, dado que la Luna y el Sol tienen una dimensión angular similar cuando se aprecian en el cielo, aunque la Luna es aproximadamente 390 veces más pequeña que el Sol, y se encuentra 390 veces más cerca de la Tierra, por lo que ambos objetos en el cielo aparentan tener el mismo tamaño angular.
En la conferencia, las científicas explicaron que los eclipses pueden ser observados con métodos indirectos o con instrumentos como telescopios, lentes y binoculares que cuenten con los filtros adecuados y certificados que cumplan la norma ISO 12312-2.
Los lentes especiales Conahcyt, que fueron distribuidos de manera gratuita en el puerto de Mazatlán y otras ciudades de entidades como Ciudad de México, Coahuila, Guanajuato, Michoacán, Puebla, Querétaro, Sinaloa y Tabasco, sumaron la participación de Centros Públicos y empresas nacionales en su diseño y desarrollo.
Una de las cuestiones más importantes en torno a los eclipses es la seguridad, pues mientras una parte del disco solar siga siendo visible —como en los eclipses parciales o en las fases de parcialidad—, su radiación puede producir daños irreversibles a la vista como ceguera parcial o total.
Un evento astronómico similar y de tal importancia no se repetirá en México hasta el año 2052. Lo extraordinario de este fenómeno radica en que, de 1851 a 2052, en la República mexicana se habrán registrado sólo nueve eclipses totales y ocho anulares.
El estudio de los eclipses proporciona información astronómica importante sobre los cuerpos celestes, desmitifica leyendas en torno a estos fenómenos y ayuda al desarrollo de investigaciones en técnicas y tecnologías en la materia, de instrumentos como coronógrafos y radiotelescopios. Todo ello, para mejorar el entendimiento de la composición atmosférica de la Tierra, entre otras ventajas.
La conferencia contó con la participación de la directora general del Conahcyt, María Elena Álvarez-Buylla Roces; de la investigadora emérita del Instituto de Astronomía de la UNAM, Silvia Torres Castilleja, que fue la primera mujer mexicana en obtener un doctorado en Astronomía (Universidad de California, Berkeley); y la investigadora por México del Conahcyt, Ana Patricia Torre.