Es una labrador retriever, irrenunciablemente atenta, de disposición incondicional y atractiva al tacto, pero a diferencia de una mascota, tiene la ineludible labor de pilotar a Karla Mariana por un camino seguro en una urbe de más de 20 millones de personas, y enfrentar los obstáculos que esto conlleva.
Logró ejercer la misión para la que fue entrenada en San Rafael, California, y por ello es parte importante en este logro de la joven universitaria, quien sufre de baja visión.
Las miradas envuelven a esta pareja todo el tiempo. No son el único par, pero sí uno atípico que camina por el campus central de Ciudad Universitaria y por la Ciudad de México.
Con su trabajo recepcional “Entornos educativos accesibles: buenas prácticas de inclusión en nivel superior a través de la cooperación internacional con enfoque intercultural de estudiantes con discapacidad”, Escobar Magallanes buscó aportar un granito de arena. “Creo que hace falta mucho en nuestro país, porque se deben tener iniciativas que permitan que las personas con discapacidad alcancen todos sus objetivos”.
En la UNAM, prosiguió, la comunidad es muy abierta, “me siento cómoda, nunca he sufrido discriminación, como sí ha ocurrido en otros lugares, como los servicios de transporte privado, en una central de autobuses, una clínica y hasta en una pastelería”.
Hay muchas tesis que hablan del tema de accesibilidad en el entorno educativo y que han desarrollado prácticas especializadas para su implementación; sin embargo, el objetivo de la universitaria fue resaltar la importancia de incorporar aportaciones internacionales y el intercambio de buenas prácticas de inclusión entre estudiantes con discapacidad, desde la perspectiva de interculturalidad, igualdad y no discriminación.
“Al final propongo una guía de buenas prácticas para ser implementadas en la Universidad, mismas que identifiqué a través de la participación y voces de los mismos estudiantes con discapacidad”, expuso.
RETOS
Karla Mariana sufre de retinosis pigmentaria, condición que le fue diagnosticada a los 15 años de edad; 12 años después ha impactado en su visión nocturna y periférica, pero eso no le ha impedido emprender una vida extraordinaria.
“Una persona con baja visión por retinosis conserva la visión central en mayor o menor grado, lo que le permite hacer diversas actividades cotidianas, pero se limita el desplazamiento”.
Para ella lo más complicado es no percibir elementos en la periferia, como el tráfico al momento de cruzar las avenidas, o evitar chocar con personas cuando van en dirección perpendicular. Esto además se vuelve más problemático durante la noche o en lugares con iluminación reducida.
En estas carencias Yzma ha representado un equilibrio; aunque un perro guía no está entrenado para identificar colores en los semáforos, su papel es indicar por dónde es seguro caminar, cruzar calles, encontrar esquinas, banquetas y evitar pasar por barreras como coladeras destapadas, agujeros en la calle, puestos ambulantes o autos mal estacionados.
BINOMIO
Mariana e Yzma están juntas desde julio de 2016. “Ese primer año realicé mis prácticas, mi servicio social, y fui asistente de profesor en mi licenciatura. En ese tiempo estudiantes de otras generaciones y de otras carreras la conocieron.
“Yzma tiene horarios establecidos que tengo que respetar para que pueda trabajar como un perro guía: desayuna y desahoga sus necesidades a las 7 de la mañana, luego partimos a la escuela. Durante las clases hay reglas básicas que respetar, entre ellas evitar distractores como los cariños y cumplidos que le puedan hacer mis compañeros o personas con las que estoy cotidianamente”.
Mariana laboró en el Consejo Nacional para el Desarrollo e Inclusión de las Personas con Discapacidad (Conadis), y en esa etapa se percató de la importancia de trasladar y reforzar el tema de los derechos de los usuarios de perros de servicio en diferentes espacios de diálogo público, e involucrar a diferentes entidades de gobierno, a empresas, organizaciones de la sociedad civil y a personas con discapacidad.
“Es un compromiso con los derechos de los usuarios de perros de servicio, y de los mismos perros. Ellos representan un apoyo importante para nosotros, pues facilitan que nos desarrollemos con mayor autonomía”, concluyó.
LADRIDO MUNDIAL
Actualmente existen organizaciones en el mundo que trabajan por el desarrollo de personas con alguna limitación a través del entrenamiento de perros de servicio: perros guía para apoyar a quienes sufren discapacidad visual, de alerta para el soporte de sordos; algunos otros acompañan a ciudadanos con movilidad reducida o condiciones como autismo, diabetes y epilepsia.
Aunque no existen cifras oficiales sobre el número de perros de servicio a nivel global, España es el país en Iberoamérica que tiene más, con alrededor de mil binomios. En México el número es creciente y esto se debe en gran parte a los esfuerzos de organizaciones de la sociedad civil comprometidas con estas causas.
Un binomio singular se graduó en las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM. Karla Mariana Escobar Magallanes recientemente se tituló de licenciada en Desarrollo y Gestión Interculturales, pero no lo hubiera logrado sin Yzma, su perrita guía.
Es una labrador retriever, irrenunciablemente atenta, de disposición incondicional y atractiva al tacto, pero a diferencia de una mascota, tiene la ineludible labor de pilotar a Karla Mariana por un camino seguro en una urbe de más de 20 millones de personas, y enfrentar los obstáculos que esto conlleva.
Logró ejercer la misión para la que fue entrenada en San Rafael, California, y por ello es parte importante en este logro de la joven universitaria, quien sufre de baja visión.
Las miradas envuelven a esta pareja todo el tiempo. No son el único par, pero sí uno atípico que camina por el campus central de Ciudad Universitaria y por la Ciudad de México.
Con su trabajo recepcional “Entornos educativos accesibles: buenas prácticas de inclusión en nivel superior a través de la cooperación internacional con enfoque intercultural de estudiantes con discapacidad”, Escobar Magallanes buscó aportar un granito de arena. “Creo que hace falta mucho en nuestro país, porque se deben tener iniciativas que permitan que las personas con discapacidad alcancen todos sus objetivos”.
En la UNAM, prosiguió, la comunidad es muy abierta, “me siento cómoda, nunca he sufrido discriminación, como sí ha ocurrido en otros lugares, como los servicios de transporte privado, en una central de autobuses, una clínica y hasta en una pastelería”.
Hay muchas tesis que hablan del tema de accesibilidad en el entorno educativo y que han desarrollado prácticas especializadas para su implementación; sin embargo, el objetivo de la universitaria fue resaltar la importancia de incorporar aportaciones internacionales y el intercambio de buenas prácticas de inclusión entre estudiantes con discapacidad, desde la perspectiva de interculturalidad, igualdad y no discriminación.
“Al final propongo una guía de buenas prácticas para ser implementadas en la Universidad, mismas que identifiqué a través de la participación y voces de los mismos estudiantes con discapacidad”, expuso.
RETOS
Karla Mariana sufre de retinosis pigmentaria, condición que le fue diagnosticada a los 15 años de edad; 12 años después ha impactado en su visión nocturna y periférica, pero eso no le ha impedido emprender una vida extraordinaria.
“Una persona con baja visión por retinosis conserva la visión central en mayor o menor grado, lo que le permite hacer diversas actividades cotidianas, pero se limita el desplazamiento”.
Para ella lo más complicado es no percibir elementos en la periferia, como el tráfico al momento de cruzar las avenidas, o evitar chocar con personas cuando van en dirección perpendicular. Esto además se vuelve más problemático durante la noche o en lugares con iluminación reducida.
En estas carencias Yzma ha representado un equilibrio; aunque un perro guía no está entrenado para identificar colores en los semáforos, su papel es indicar por dónde es seguro caminar, cruzar calles, encontrar esquinas, banquetas y evitar pasar por barreras como coladeras destapadas, agujeros en la calle, puestos ambulantes o autos mal estacionados.
BINOMIO
Mariana e Yzma están juntas desde julio de 2016. “Ese primer año realicé mis prácticas, mi servicio social, y fui asistente de profesor en mi licenciatura. En ese tiempo estudiantes de otras generaciones y de otras carreras la conocieron.
“Yzma tiene horarios establecidos que tengo que respetar para que pueda trabajar como un perro guía: desayuna y desahoga sus necesidades a las 7 de la mañana, luego partimos a la escuela. Durante las clases hay reglas básicas que respetar, entre ellas evitar distractores como los cariños y cumplidos que le puedan hacer mis compañeros o personas con las que estoy cotidianamente”.
Mariana laboró en el Consejo Nacional para el Desarrollo e Inclusión de las Personas con Discapacidad (Conadis), y en esa etapa se percató de la importancia de trasladar y reforzar el tema de los derechos de los usuarios de perros de servicio en diferentes espacios de diálogo público, e involucrar a diferentes entidades de gobierno, a empresas, organizaciones de la sociedad civil y a personas con discapacidad.
“Es un compromiso con los derechos de los usuarios de perros de servicio, y de los mismos perros. Ellos representan un apoyo importante para nosotros, pues facilitan que nos desarrollemos con mayor autonomía”, concluyó.
LADRIDO MUNDIAL
Actualmente existen organizaciones en el mundo que trabajan por el desarrollo de personas con alguna limitación a través del entrenamiento de perros de servicio: perros guía para apoyar a quienes sufren discapacidad visual, de alerta para el soporte de sordos; algunos otros acompañan a ciudadanos con movilidad reducida o condiciones como autismo, diabetes y epilepsia.
Aunque no existen cifras oficiales sobre el número de perros de servicio a nivel global, España es el país en Iberoamérica que tiene más, con alrededor de mil binomios. En México el número es creciente y esto se debe en gran parte a los esfuerzos de organizaciones de la sociedad civil comprometidas con estas causas.