En México hay incapacidad legal para protegerlas; además, “la situación se ha empantanado porque se piensa en una relación obrero-patronal común y corriente, como si el hogar fuera una gran empresa, y eso no es viable para una familia”, destacó la también consultora de Naciones Unidas.
A esto se suman los bajos salarios, pues no existe una estandarización sobre cuánto debería pagarse. En Europa, ejemplificó, su remuneración es de nueve euros (más de 190 pesos) por hora; en Estados Unidos, de 9.28 dólares (más de 175 pesos) por hora, y en nuestro país el pago es por jornada laboral (de 6 a 12 horas, dependiendo del patrón).
En un comunicado, la máxima casa de estudios del país, informó que en México, el 70 por ciento de las trabajadoras del hogar gana menos de dos salarios mínimos, y el 30 por ciento menos de uno; ocho de cada 10 no están afiliadas al seguro social; ocho de cada 10 no tienen pensión de retiro; siete de cada 10 son de ascendencia indígena; siete de cada 10 no tienen ninguna prestación formal y nueve de cada 10 no tiene un contrato escrito, según datos del Sindicato Nacional de Trabajadoras del Hogar.
“Quienes protegen a sus trabajadores domésticos suelen hacerlo de forma particular, pues el Seguro Social, además de los trámites, es muy costoso para el empleador. Para el tipo de salario que se otorga no se puede cumplir fácilmente con las cuotas”, afirmó Pedrero Nieto.
De ahí la necesidad de hacer estudios para definir un mínimo estándar que dignifique esta labor, que tome en cuenta la situación económica, la carga de trabajo y la tasa de vida de la población, entre otros factores. Se debe considerar la diversidad de formas de contratación, pero sí se puede dar protección social, como se hace en países como Costa Rica, dijo.
DISCRIMINACIÓN Y ABUSO
Según la Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis) 2017, realizada de manera conjunta por la UNAM, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), la Comisión Nacional de Derechos Humanos y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, y aplicada por el Inegi, este segmento enfrenta discriminación y desigualdad social.
En nuestro territorio, 87.7 por ciento de las trabajadoras del hogar carecen de prestaciones laborales como seguro social, aguinaldo o vacaciones, y el 57.1 por ciento considera que sus derechos son respetados de poco a nada.
Lo que más les preocupa es la falta de prestaciones laborales (48 por ciento), las malas condiciones laborales (32 por ciento) y el maltrato o abuso de sus empleadores (19.4).
Por ello, consideró la universitaria, el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, que se conmemora este 30 de marzo, “no debe servir para darles una rebanada de pastel, sino para generar una cultura que permita reconocer su labor como la de un obrero, que tiene una función clave en los hogares mexicanos”,
¿LA REIVINDICACIÓN DE CLEO?
Parte de las problemáticas que enfrentan las trabajadoras domésticas se ve reflejada en “Roma”, la película de Alfonso Cuarón, ganadora del Oscar como mejor película extranjera.
Al respecto, Pedrero Nieto recordó que en la cinta se presenta a una familia “buena, cariñosa, que no juzga a Cleo, su empleada doméstica, por estar embarazada; pero a pesar de ciertas consideraciones, se presentan algunos contras, como no dejarla tener las luces encendidas después de determinada hora o estar esclavizada a un perro que no tiene mayor función que ensuciar el patio”.
Además, se muestran las contradicciones del trato a sus trabajadoras, y de las clases sociales. Por ejemplo, “la abuela le comprará la cuna para el bebé y la lleva a recibir atención médica, algo excepcional que sólo se ve en una familia ‘decente’; no obstante, Cleo vive en un cuarto muy pequeño, al que llega luego de subir escaleras muy altas”.
La experta en estudios sobre fuerza de trabajo no remunerado y uso del tiempo, y ganadora del Premio Universidad Nacional 1998 por su investigación en ciencias sociales, destacó el hecho de que muchas de las trabajadoras sean de origen rural, principalmente indígenas o de zonas marginadas, que viven en casa de sus empleadores, lo que garantiza que estén en el sitio todo el día, por un bajo salario y sin posibilidad de grandes cambios.
Las jóvenes migrantes que llegan a las ciudades para el servicio doméstico regularmente son para cuidar a personas adultas mayores o a niños, y para hacerlo dejan a sus propios hijos en sus comunidades, a cargo de sus padres o en el abandono. “En un círculo vicioso”.