De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, 8.7 millones de mexicanos sufren diabetes, pero no se considera a los no diagnosticados, lo que sumaría cerca de 12 millones, refirió.
En comunidades rurales de México los diabéticos usan medicina tradicional de manera complementaria al tratamiento médico, en prácticamente todos los casos: “93 por ciento combina ambos; cinco por ciento usa sólo fármacos y dos por ciento únicamente plantas”.
En la meta de controlar la diabetes, Andrade busca principios activos en plantas, con un enfoque etnofarmacológico. Para ello, contacta a pacientes en diferentes comunidades del país y determina las plantas a estudiar. “Platicamos con la gente para ver cómo entiende la enfermedad y cómo la trata”.
Él y su equipo realizan un estudio total de las plantas que la gente utiliza para determinar cómo actúan. “Nuestra idea es aislar los principios activos para hacer un fitofármaco que tenga actividad hipoglucemiante”.
El experto desarrolló una ecuación que ayuda a validar el conocimiento tradicional. La fórmula incluye variables como dónde se colecta la planta, en qué tiempo, cómo se prepara y sus efectos secundarios. “Las plantas no tienen principios activos todo el tiempo: su composición química cambia de acuerdo con el momento de su colecta”.
Muchas se usan para tratar la enfermedad; en ellas, el denominador común parece ser la inhibición de la síntesis de glucosa en el hígado (gluconeogénesis); es el caso de las especies Cecropia obtusifolia, Malmea depressa, Smilax moranensis o Rhizophora mangle. “Pero hay que considerar que sólo en ciertas concentraciones los extractos son capaces de tener ese efecto”.
Diabetes
Cuando las personas están en ayuno, el hígado produce glucosa (“azúcar”). En el caso de los diabéticos, se debe evitar que ese proceso ocurra en exceso, y algunos compuestos de las plantas impiden que ese órgano aporte glucosa al torrente sanguíneo.
Autor con más trabajos a escala mundial (SCOPUS) sobre este padecimiento y plantas medicinales, Andrade Cetto explicó que en la diabetes tipo 1 la insulina –hormona producida por el páncreas que ayuda a que la glucosa entre a las células y obtengan energía para hacer funcionar nuestro cuerpo– se halla disminuida y su secreción puede llegar a ser nula cuando aquel órgano deja de funcionar.
En el tipo 2 sí hay insulina, pero fallan sus receptores. Es decir, aunque esté en el torrente sanguíneo, la glucosa no puede entrar a las células blanco y su concentración se eleva. En ambos casos se presenta hiperglucemia.
Con el tiempo, el aumento de glucosa produce complicaciones como nefropatía o retinopatía, es decir, daños al riñón y a la retina, además de problemas vasculares que derivan en ataques cardiacos, derrames cerebrales y amputaciones, entre otros. Aunque es una enfermedad incurable, se pueden controlar los niveles de glucosa, y con ejercicio y dieta adecuados es posible retrasar sus efectos, aseguró.
Los pacientes se sienten mal porque en un momento se descompensa la producción de insulina y aumenta la glucosa. Entonces se aparecen los síntomas clásicos del padecimiento: mucha sed, orina y hambre.
El médico prescribe fármacos, pero todos (incluso las plantas) tienen efectos secundarios. En la mayoría de los casos de diabetes tipo 2 se receta Metformina, que suprime la gluconeogénesis, pero produce diarrea y dolores de cabeza. Entonces, los enfermos abandonan el tratamiento y recurren al conocimiento familiar.
“Sería ideal que en una comunidad los diabéticos utilizaran la misma planta hipoglucemiante, la misma parte (hoja, tallo, raíz) y preparación, pero eso no ocurre”. En un sitio existen alrededor de 30 plantas para este uso y con diversos grados de confianza.
Las investigaciones continúan con la meta de que en las cajas de los medicamentos aparezca el extracto de una planta, en lugar de la síntesis química de la Metformina (que proviene de la planta Galega officinalis). “Es posible encontrar moléculas más potentes y con menos efectos secundarios”.
El objetivo sería atacar la resistencia a la insulina. “Encontrar una planta o fármaco que la evite en músculo, tejido adiposo e hígado, sería una contribución fundamental”.
En Alemania los médicos recetan hasta en 40 por ciento fitofármacos (cuyas sustancias activas provienen de las plantas); en México deberían aprovecharse más. Aunque tienen menos efecto farmacológico, también presentan menores efectos secundarios, finalizó.