Luego de dictar la conferencia “La salud mental de personas inmigrantes en la Ciudad de México: situaciones particulares y tendencias generales”, en la Casa de las Humanidades de la UNAM, afirmó que a esta situación se sumará mayor rechazo de los mexicanos hacia estas personas en tránsito.
“También en el mexicano hay un lado discriminatorio, no queremos aquí a los migrantes, y es muy complicado”, reflexionó la experta en psicología para adolescentes, quien trabaja desde hace varios años en la asociación Sin Fronteras IAP.
Scalisse García indicó que un estudio psicológico en grupos de migrantes que llegaron a la Ciudad de México en 2015, reveló que 99 por ciento de ellos sufre problemas de salud debido al estrés y altos niveles de ansiedad por salir de su país de origen y por los múltiples problemas que enfrentan en su viaje al vecino del norte.
La gente que vive violencia puede desarrollar diferentes sintomatologías, dependiendo de los factores, y no todas resultan dañinas ni tienen las mismas consecuencias, pues parte de estos factores tienen que ver con las herramientas utilizadas para salir adelante.
“Los centroamericanos muestran altos niveles de estrés, ansiedad y hasta trastornos graves, que pueden impedirles realizar sus labores cotidianas y requerir atención especializada”, precisó.
En un comunicado, la máxima casa de estudios del país, informó que el 99 por ciento de los migrantes presenta malestares psicológicos relacionados con insomnio, pesadillas, molestia general que no les permitía distinguir sus emociones, “sólo atinan a decir que viven enojadas”.
Los que fueron atendidos por Scalisse García al llegar a Sin Fronteras, provienen principalmente de El Salvador y Honduras, aunque también hay de Guatemala y Colombia. Más de la mitad de ellos (54 por ciento) dejaron su país debido a violencia de diversos tipos.
Adicionalmente, las mujeres son las que presentan más síntomas de malestar. Su experiencia implica una transformación y reorientación de las relaciones, pues no es lo mismo ser una madre en Honduras que cuida a sus hijos y se preocupa por su protección, a ser la misma madre sin hogar en México, que debe buscar trabajo y alimento, además de enviar a los hijos a la escuela y tratar de hacer comunidad para ellos.
“Cuando migra, la mujer juega un papel distinto en la dinámica familiar y en la sociedad. Si hay una red de apoyo el estrés disminuye, porque tenemos con quién hablar, y al estar lejos de esta red, se pierde ese soporte”.
Además, hay estrés migratorio relacionado con la capacidad de superar los obstáculos que la misma naturaleza del viaje impone, pues las personas de 40 a 60 años necesitan sentirse útiles para generar lazos en una comunidad, y si no afronta este problema de forma asertiva, se genera aislamiento.
Cuando alguien presenta esta situación emocional, aunque reciba el mejor trato no podrá ver la bondad en un acto como recibir comida, y sentirá que todos lo rechazan, concluyó.