En la plenaria 3 “Demografía Global, Personas en Movimiento”, declaró que también hay 28 millones de personas fuera de sus países, que son víctimas de violaciones graves de derechos humanos.
Sostuvo que se tiene que tener un enfoque humanitario, no político, en cuanto a la protección de los migrantes y el acceso al territorio.
“El migrante llega con conocimiento y ganas de trabajar, no busca ir a campamentos", dijo.
Por su parte, Lech Walessa, ex presidente de Polonia, quien en 1983 recibió el Premio Nobel de la Paz por su labor en el sindicalismo, declaró que a "Europa un mar de sangre la rodea", por su historia de guerras y revoluciones.
El continente ha abierto sus fronteras internamente, mediante la Unió. Europea, por lo que se debe seguir el ejemplo, pero en el mundo "nos hemos encerrado y rechazado los unos a otros".
Comentó que se necesita solidaridad y respeto para transformar el mundo y arreglar las relaciones para continuar con el camino correcto.
Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz en 1992, dijo que "en algún momento todos tenemos cara de migrantes" por lo que es aberrante llamar a los humanos "legales e ilegales", porque eso estigmatiza y desvalora a las personas.
Joyce Ajlouny, miembro del Comité de Amigos Americanos, una de las organizaciones laureadas con el Nobel, coincidió con Menchú en que llamar "ilegales" al ser humano lo demerita.
De igual forma, mencionó que debe acabarse la militarización de las fronteras y trabajar para reducir el daño que hacen las compañías y empresas que abusan de los migrantes. (Paul Antonie Matos)