En la actualidad las formas de comunicación son tan vertiginosas que muchas veces la reflexión no anteceda al texto; la prontitud al enviar un mensaje cambia el contenido del mismo, dijo el escritor, académico y Premio Iberoamericano de Letras 2012.
“Cuando algo te indigna o irrita sientes la necesidad de reaccionar. La indignación exige una respuesta hacia afuera, una condena, decir ‘no estoy de acuerdo’, y es tan fácil picar un botón para sentir que ya ‘hice algo’. Pero esta forma de comunicación nos lleva a una serie de espejismo”.
Vigilantes, no amigos ni seguidores
En los linchamientos cotidianos que se dan por las redes o en las votaciones de algunas plataformas, la mayoría de las personas no investiga los motivos, pero se enardecen ante lo que leen.
¿Y qué sucede con la recapacitación, el arrepentimiento o la reconsideración?, cuestionó el premio Internacional de Periodismo Rey de España 2010.
“Muy rara vez alguien manda un mensaje para decir ‘ya entendí’. En la lógica de las redes el arrepentimiento se ve como falla moral, se cree que la persona no es congruente y no sostiene lo que piensa. Pero la reconsideración no necesita publicarse, es tuya”.
Las redes sociales digitales funcionan como un disfraz, pues los disfraces no sirven para ocultarnos, sino para decir las cosas que no nos atrevemos, remarcó.
En cuanto a los amigos por las redes, Villoro reflexionó que son amigos ficticios: “esa falacia de seguidores se inventó para que nuestro narcisismo se sienta recompensado, la palabra perfecta para quienes nos leen por estos medios es ‘vigilantes’”.
Revolución digital
Desde la invención del libro como objeto, que antecede a la creación de la imprenta, no había ocurrido un cambio tan significativo en la forma en que nos acercamos a la lectura y a la escritura, como sucede ahora con la revolución digital.
“Nos encontramos en la orilla de una nueva época, somos los bárbaros de una nueva civilización y aun no sabemos del todo a dónde vamos a llegar. Hay enormes virtudes, pero también problemas, porque tenemos una existencia paralela, espectral, hay un adelgazamiento de nuestra experiencia en lo que es un acto de presencia”, concluyó. (Boletín de la UNAM)