Las nuevas generaciones me critican porque he acuñado el término de "periodismo de a pie", se enojan, se indignan porque piensan que desde su dispositivo móvil pueden suplantar la labor que realiza un periodista.
El caso de la mujer ocurrido en el municipio de Cansahcab, quien sufrió un aborto espontáneo, pone en grave evidencia el abandono del rigor periodístico que hemos dejado de practicar muchos compañeros que se sienten reporteros, cuando están lejos de serlo.
Ayer me cimbró en lo más profundo de mí ser la noticia -difundida en varios medios de comunicación que se dicen serios- de que una madre había decidido abortar a su hijo para después enterrarlo.
Con el paso de los minutos se viralizó el tema y diferentes medios tomaron de la cuenta de #Facebook de la mujer datos personales y la re victimizaron sin tomarse la molestia de esperar una versión oficial al respecto.
Sin el menor pudor satanizaron, condenaron y denostaron a una persona que hoy sabemos perdió a su hijo y que de acuerdo con datos de la propia Fiscalía General del Estado de Yucatán no tuvo culpa alguna en torno al hecho.
Lo anterior me lleva a reflexionar cómo manejamos hoy la información, cómo con una facilidad asquerosa nos convertimos en jueces sumarios sobre tragedias ocurridas, sin ni siquiera pensar el daño que generaremos con lo que escribimos.
Compas: No se equivoquen, el sacar la "nota" no es hacer periodismo, suden la chingada camisa, investiguen, empápense del tema y expongan todas las versiones posibles para que sus lectores estén bien informados.
No sean víctimas de sus filias, fobias, pasiones o convicciones, recuerden, somos periodistas, no jueces, no activistas, no políticos, no mercaderes de la desgracia ajena.
Las “benditas” redes sociales virtuales son la Santa Inquisición del siglo XXI, ahora no se queman brujas con fuego, sino con juicios sumarios mediante dispositivos móviles.
Me habrán de perdonar pero seguiré haciendo periodismo de a pie.