En su restaurante Kisín, Roberto Solís preparó una degustación de los platillos, encabezados por el pastor negro. Es un pastor normal, con recado negro, pero igual se pone en un trompo, dijo.
“La idea de hacer algo diferente y porque en Yucatán los sabores no pueden ser igual que el trompo tradicional, pero con algo de nosotros”, expresó. Se cuestionó el color del trompo, ¿por qué tiene que ser rojo? Y no negro, se dijo.
Es su interpretación como yucateco del pastor. Se trata de resaltar los sabores de Yucatán, dar algo distinto y dejar de pensar en un solo color en el trompo, dijo. Surgió a raíz de su gusto por los tacos, por lo que quiso hacer de Kisín una taquería diferente, pero manteniendo la esencia como las mesas, los vasos y los platos.
A través de una alianza con la Fundación Haciendas del Mundo Maya, logró que el 80 por ciento de los productos del Kisín fueran producidos por las comunidades mayas, con un trato comercial justo. El maíz, el cilantro, el xcatic y el habanero que usan proviene del campo yucateco.
Reconoció que la “gastronomía evoluciona” y hay más gente en Yucatán que se adapta a este tipo de gastronomía, pues hay más restaurantes que apuestan por ella, cuando era más solitario.
Los mismos clientes se dan cuenta que se tiene que cuidar, saborear y querer, y por ello se debe estar orgulloso, expresó. (Paul Matos)