En rueda de prensa, Yadi Camara, músico especialista en balafón (Guinea, África); Maleck Abdala Hadad, director General del Palacio de la Música; Elías Puc, director de Artes Musicales de la ESAY y Erik Samson, socio de La Fundación Mezcalería y La Negrita Cantina, comentaron sobre las actividades que el músico invitado tendrá a lo largo del fin de semana en varias sedes.
“Sus actividades en Mérida comienzan el jueves 24 a las 21 horas en La Fundación Mezcalería, mismo que se repetirá el domingo 27 acompañado por la agrupación Caribe AllStars y el viernes 25 a las 18 horas en La Negrita Cantina. Este es un proyecto de música fusión que hemos llamado Afromex ”, comenta Erik Samson, quien además de ser socio de ambos lugares también es productor musical, ya que forma parte del Estudio de Grabación If 6 was 9.
Además, el viernes 25 a las 15 horas ofrecerá en la ESAY una clase magistral sobre el balafón, instrumento del cual Yadi es el representante actual de siete generaciones de músicos y fabricantes de balafón en su natal Guinea, razón por la que he podido venir a México para compartir las bondades de dicho instrumento atípico en el país.
Posteriormente, el domingo 27 a la 13:30 horas, Yadi Camara hará una intervención musical como solista en el atrio del Palacio de la Música. Ambos eventos son para todo público y la entrada es gratuita.
Por su parte, Yadi Camara detalló la historia del baláfono, el instrumento más antiguo de su país y considerado “la abuelita de la marimba”. Guinea es el país por excelencia del baláfono, pues su uso supera al yembé (instrumento rey del África Oriental); está formado por una serie de tablillas de madera alargadas-generalmente 20 piezas- de forma rectangular, “mi tatarabuela comenzó a usarla, por eso más que un músico soy un griot”.
En Guinea, un griot es aquel que nació en la música, es decir, una persona que proviene de familia de músicos de más de tres generaciones.
Camara es un griot guineano que nació en el mundo de la música, su padre, madre, abuelos, tatarabuelos, demostraron que la música se lleva en la sangre. Su llegada a México fue hace ya una década cuando su padre y uno de sus alumnos mexicanos, lo invitó al país a ofrecer un taller de baláfono y danza. “Así conocí este país y me quedé a trabajar, me enganchó con su gente tan buena vibra y con el corazón tan abierto”.
A raíz de su visita logró aprender el español y comenzó a impartir distintas clínicas, talleres y clases especiales en todo el país.
“Compartir con los mexicanos mi cultura es muy nutritivo porque así replico lo bueno de mi país”, finalizó el músico.