Teniendo de fondo la hermosa capilla de San Diego de Alcalá en la Comisaría de Tixcacal, el lanzador de 18 años se prepara día a día para alcanzar su sueño de llegar a las Grandes Ligas.
Emir se perfila para trascender en la pelota profesional gracias a sus enormes cualidades monticulares que ha logrado pulir desde hace algunos años con los Leones de Yucatán en la Academia de Beisbol del Pacífico, lugar donde los Cachorros lo vieron y sin dudarlo decidieron firmarlo el año pasado para llevarlo a jugar en su sucursal de República Dominicana.
“El beisbol es lo mejor que tengo en la vida, es mi pasión. Yo era bateador con fuerza y poder, pero cuando me vieron tirar tan duro, dejé el bate y me dediqué a pitchear. Ahora es lo que me gusta, me acoplé y le agarré amor al pitcheo”, dijo.
Cuando el beisbol se reanude, el diestro tiene como próximo objetivo llenarle el ojo a los coaches para avanzar al siguiente nivel en Arizona, donde se encuentra próxima sucursal de Chicago.