De acuerdo con cifras de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (Canacine), a raíz de la pandemia la producción se redujo prácticamente a la mitad y el impacto fue mayor en las salas de cine, las cuales pasaron de obtener ingresos por 19.6 mil millones de pesos en 2019, a 3.6 mil millones en 2020. Esto significa una caída de 81.3 por ciento, explicó Violeta Rodríguez del Villar, investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.
Durante la conferencia virtual de medios “Repercusiones de la pandemia en la industria cinematográfica”, agregó que lo anterior se debe, casi en su totalidad, a la caída en la venta de boletos. La baja asistencia a este espectáculo y a otros sectores culturales, obedece también a la disminución de los ingresos familiares.
De marzo a diciembre de 2020 la ausencia de público en las salas de cine alcanzó 95 por ciento y, de acuerdo con una encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, solo 36 por ciento acudió, en tanto que 64 no lo hizo.
Para Francisco Peredo Castro, académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), la situación que vive esta industria significa que “se rompen las cadenas de valor cuando la pandemia impacta en la posibilidad de que el cine se consuma, y significa que se están rompiendo los procesos de socialización y de aculturación que están asociados con el cine”.
Existen diversas comunidades de espectadores, las cuales asisten a la sala de cine que hoy tiene una fuerte competencia con las plataformas de streaming, que aunque exhiben películas lo hacen por televisión, sin las condiciones del proceso de inmersión que presentan en estos espacios.
En tanto, Rigoberto Castañeda Alcántara, académico de la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas de la UNAM y cineasta, aseguró “en este momento los costos de producción se elevan, porque se deben aplicar reglas de sanitización estrictas para evitar contagios, asistencia médica y supervisores Covid, por ejemplo.”
Propuso que el gobierno inyecte mayores recursos económicos al Instituto Mexicano de Cinematografía; en tanto que el gremio cree nuevas formas de producción y distribución que lleven el cine, por ejemplo, a pueblos pequeños y no solo a las ciudades. (Boletín de la UNAM)