El también profesor de la Facultad de Ciencias explicó que el cambio de uso de suelo o conversión de grandes áreas verdes a la agricultura o la urbanización; el cambio climático o calentamiento global; especies invasoras o exóticas; enfermedades; y los contaminantes, como los microplásticos, los dañan.
Al participar con el tema “Extinción masiva de insectos: ¿el siguiente apocalipsis?”, como parte del ciclo Ciencias desde Ciencias online, el científico señaló que “el mundo se está colapsando, estamos entrando en una crisis ambiental sin precedentes. Las extinciones son lo de hoy y cada vez son más las especies que desparecen”.
Los insectos son animales muy comunes en el planeta; se presentan en todas las formas, colores y tamaños. Son tan cuantiosos que tenemos una idea muy reducida, muy estrecha, de sus números, abundó.
El científico refirió que para grupos como los vertebrados o las plantas se identifica buena parte de su biodiversidad estimada; no obstante, en el caso de los insectos el número de especies es, en su mayoría, desconocido. “Se calcula que se conoce entre 10 y 20 por ciento de los insectos que habitan el planeta. El desconocimiento de este grupo es abismal”.
Su presencia en la Tierra, prosiguió Córdoba Aguilar, data de millones de años, antes de la aparición del ser humano; sin embargo, debido al estilo de vida de las personas, la forma en que se utilizan los recursos, el modo de vida, “estamos teniendo un impacto tremendo sobre un sinnúmero de organismos”.
Olvidamos, abundó, el valor funcional de los insectos, que es muy amplio. Tienen un papel fundamental en la polinización, producción de frutos y la seguridad alimentaria. No obstante, las abejas y otros polinizadores enfrentan enfermedades, contaminantes y competencia con especies invasoras.
Además de esas actividades, los escarabajos rodadores, por ejemplo, cumplen con la función de enterrar las excretas del ganado en los ranchos y con eso contribuyen a que se cumpla un ciclo de nutrientes. Sin embargo, lo que se usa para desparasitar a esos animales tiene efectos nocivos sobre los insectos y, en consecuencia, están en peligro de extinción, con los consecuentes resultados, dijo Córdoba Aguilar.
Para Maya Rocha Ortega, investigadora posdoctoral del IE, mencionó que las libélulas, en general, son resilientes al cambio de uso de suelo; sin embargo, se ha visto que las especies de mayor tamaño son las grandes perdedoras ante ese fenómeno. “Cuando se pierde la vegetación original, desaparecen las especies más grandes y las pequeñas ganan terreno”.
No podemos proteger lo que no conocemos. Por eso, los expertos deben ir a las áreas donde no hay ni siquiera registros de los insectos, y luego a donde se cuente con información, pero no es la suficiente. “Y es probable que corresponda con las zonas de mayor riqueza de especies en general, porque tienen poco impacto humano, aunque en los últimos años han tenido incendios, como la Amazonia”, aseveró.
En tanto, Pilar Rodríguez Moreno, investigadora de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), mencionó que, en México, y en el resto del mundo, se conoce poco de la diversidad de insectos.
Además de la importancia de saber cuántas son, es relevante conocer dónde están. “En vertebrados hay un claro aumento en el número de especies desde las zonas templadas hasta las tropicales; lo mismo ocurre en plantas, pero en los insectos ese gradiente latitudinal no es tan claro. De ese modo, no sabemos si podrían funcionar las medidas de conservación propuestas para vertebrados y plantas”. (Boletín de la UNAM)