Pensar en ella o en él reconforta, alienta a vivir. Las horas se hacen eternas si no está el uno con el otro, aunque hoy la tecnología permite acortar las distancias y mantener comunicación constante.
Atrás quedaron las cartas escritas en papel y de puño y letra, el enamoramiento persona a persona también tomó otros rumbos, pues la comunicación es, con frecuencia, a distancia, por medio de mensajes telefónicos, el uso de las redes sociodigitales. Aunado a ello la emergencia sanitaria influye de manera sustancial en esos cambios, y también es un factor determinante para fortalecer las relaciones o, en ocasiones, mermarlas.
Rolando Díaz Loving, académico de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, comenta en ocasión del 14 de febrero, Día del amor y la amistad: más que preocuparnos por un día debemos dedicarnos a conformar relaciones duraderas positivas, constructivas y emocionantes el resto de los 364 días del año.
“Vivir en confinamiento estos últimos meses ha sido un gran reto para todos, ya que algo fundamental en la vida de los seres humanos es poder interactuar con otros seres humanos. Investigaciones que he realizado afirman que para los mexicanos lo más importante es el estilo de la comunicación; es decir, cómo se dicen las cosas dejando de lado hablar sobre los gustos, deseos, necesidades o intereses de cada quien”, indica.
El especialista universitario refiere los cambios en las relaciones interpersonales actuales en comparación con generaciones pasadas:
“La época en la que antes se acostumbraba cortejar a una persona, el tiempo que tardaban en llegar las cartas de amor o los acuerdos matrimoniales ya pasó; lo que hoy en día gobierna es la inmediatez, con la aparición de las redes sociodigitales la vida se mueve a una mayor velocidad y sobre todo, se presenta ansiedad y enojo cuando alguien no recibe de inmediato un mensaje”.
Incluso, señala que la aparición de nuevas prácticas para alentar la sensualidad y el erotismo se hacen visibles en medios digitales, como el “sexting” (envío de mensajes con contenido de tipo sexual); los grupos más vulnerables son niños y adolescentes.
No obstante el uso de nuevas tecnologías digitales para comunicarse, Díaz Loving destaca que siempre es un buen momento para conocer a la otra persona, sentarse y conversar porque existen acuerdos que son implícitos, pero hay temas en los cuales se creía que el otro pensaba lo mismo, pero no es así.
Asevera que la pandemia puede servir para reencontrarse a sí mismo, con la pareja, incluso con la familia a través del buen humor y la comunicación. Sugiere buscar actividades que se puedan compartir, como leer información novedosa y valiosa para conversar en la mesa, tomar clases conjuntas de algún tema de interés común, hacer un crucigrama, practicar los juegos de mesa, e incluso repartir tareas domésticas.
El universitario afirma que en las relaciones de pareja se presentan diversos conflictos que modifican la dinámica, como puede ser el factor económico, espacio, muestras de afecto, incluso cuestiones de sexualidad; sin embargo, esta situación puede disminuir cuando se restablecen las reglas para dejar de pensar que el otro es el enemigo.
Uno de los asuntos importantes que se deben atender es cuando las personas sienten ansiedad o preocupación, ya que transmiten esas emociones a quienes tienen más cerca. En ese sentido, la búsqueda de herramientas que permitan tener y construir relaciones más armoniosas ayudará a lograr una visión positiva de la convivencia.
AMOR, DESAMOR Y EL DERECHO
“El amor es un compromiso en el cual dos personas de común acuerdo y en forma libre manifiestan que quieren estar juntas basadas sobre todo en el respeto, la ayuda mutua y en la sana convivencia. Existen varias uniones de pareja dentro de nuestro Derecho y según la forma en que deciden vivir su relación es como las conoceremos tanto social como jurídicamente, llámese matrimonio, concubinato o sociedad en convivencia”, afirma Alejandra Macías Estrella, catedrática de la Facultad de Derecho (FD) de la UNAM.
En este contexto, recordó que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reportó que en el 2000 hubo 707 mil 422 matrimonios, mientras que en 2019, 504 mil 923; es decir, los casamientos disminuyeron en los últimos años.
En comparación, los divorcios se incrementaron pues de acuerdo con el Inegi en el 2000 hubo 52 mil 358; mientras que en 2019 se registraron 160 mil 107. La jurista comenta que -derivado del confinamiento- las principales razones de las separaciones pueden ser de índole económica y, sobre todo, por violencia familiar.
Macías Estrella define la violencia infringida por la pareja como un acto u omisión intencional dirigida a dominar, someter, controlar o agredir física, verbal, psicoemocional o sexualmente, que tiene por efecto causar daño, violentar o menoscabar su autoestima. Dentro de un núcleo familiar, un padre o madre puede corregir a sus hijos con la intención de no causar daño, pero cuando la violencia hacia la pareja o los hijos se sale de control puede ser motivo suficiente para influir en el ánimo de separarse, siendo una de las causas principales en el incremento del número de divorcios.
“Hay quienes piensan que el divorcio es malo, porque significa un fracaso en la vida amorosa o porque a las parejas jóvenes se les hace fácil tomar esta opción al primer desacuerdo. Los abogados recomendamos un divorcio como última opción, si es que la pareja no puede solucionar sus conflictos”, sostiene.
Enfatiza que es necesario ser conscientes del compromiso que se adquirió al tomar la decisión de compartir la vida con una persona para formar una familia, sabemos que habrá problemas y diferencias; no obstante, juntos, con base en el respeto, los pueden resolver.
En caso de conflicto, Alejandra Macías recomienda a las parejas recordar el amor inicial en su noviazgo, el momento en que se enamoraron y lo que hicieron para vincularse, aspectos que podrían ayudar a ver distintas las cosas en la relación.
“Algo igual de importante es que ambos padres sigan brindándoles el cariño, respaldo y seguridad a sus hijos, porque muchas veces las parejas son egoístas y se olvidan de los derechos de los niños. No olvidemos que una persona puede ser pésima pareja, pero eso no significa que no pueda ser un excelente padre o madre”. (Boletín de la UNAM)