El artículo se destaca, como digo, por la seriedad de sus argumentos, por el equilibrio y honradez intelectual de sus planteamientos y por su visible esfuerzo de romper la dura piel de lo trivial, de lo superficial, y alcanzar el fondo de las cuestiones que aborda.
Difícilmente se encontrará algo parecido en la prensa nacional. En razón de lo dicho, quiero dar a conocer las reflexiones que su lectura me ha provocado.
1).- De entrada quiero asegurarle a don Julio Huato que coincido con el 90 o el 95 por ciento de las opiniones plasmadas en su artículo, porcentaje que incluye tanto lo que favorece como lo que censura a ambas formaciones políticas.
2).- Es algo del dominio público, algo sobre lo que hemos trabajado tenazmente por difundir a través de todos los medios a nuestro alcance, que el Movimiento Antorchista Nacional no está de acuerdo con la situación social y económica de las grandes masas populares de nuestro país; que no estamos de acuerdo con la desigualdad y la pobreza crecientes de dichas masas y, consecuentemente, que tampoco estamos de acuerdo con el modelo económico que se aplica en el país, el llamado “neoliberalismo” o “economía de libre mercado” que, a juicio nuestro y de muchos calificados especialistas de México y del mundo, es el responsable directo de esta situación.
3).- En esta sólida base se apoya el trabajo del Movimiento Antorchista Nacional que, durante sus 44 años de existencia, se ha dedicado a paliar los efectos más brutales de la desigualdad y la pobreza de los más humildes, peleando junto a ellos, hombro con hombro y palmo a palmo, por educación, vivienda, salud, empleo, servicios urbanos, transporte, etc. Eso en el corto plazo. En el largo, su lucha es por derrocar el modelo neoliberal y sustituirlo por uno que tome en cuenta de modo fundamental las necesidades básicas de las mayorías, tanto en el plano económico, material, como en el político y espiritual. Un modelo que reconozca sin reservas su pleno derecho a una vida humana y digna por ser las productoras directas (no únicas) de la riqueza social. Y en preparación para esta batalla a largo plazo, empleamos las luchas cortoplacistas como un medio para organizar y educar a los marginados, que son quienes habrán de librarla en el futuro.
4).- Así las cosas, no hay razón de fondo, como sugiere Julio Huato, para que Morena y los antorchistas no se unan en un frente único de combate a la pobreza, a la injusticia social y a los privilegios excesivos de una pequeña élite. Y añado que menos hay razón para negar la lucha cotidiana de los antorchistas en defensa de los menos favorecidos, para distorsionarla o hacerla a un lado de plano, con tal de ganar imagen mediática o por intereses electorales no siempre legítimos. No hay razón ni derecho para acusarlos de “grupo paramilitar”, “brazo armado del PRI”, “grupo de choque al servicio del PRI”, “asesinos”, “corruptos”, “chantajistas” y otras lindezas semejantes. Y sin embargo, eso es lo que han hecho y hacen los morenistas, los mismos que se declaran sorprendidos y decepcionados al vernos navegar con bandera priista, en vez de mirarnos humillados y de rodillas tocando las puertas de Morena, de cuyos medios y voceros ha salido y sale el caudal mayor de insultos como los que he enlistado parcialmente.
5).- Sobre este fondo se aprecia mejor la honradez y la madurez política de Julio Huato cuando llama a no permitir que nos atrape el pasado. Por ello aclaro que no se trata solo de agravios pasados ni solo de amargas palabras, sino de agresiones muy presentes y actuantes al día de hoy, a las que hay que sumar las amenazas, veladas y abiertas, en el discurso de Morena, en caso de ganar la Presidencia de la República.
Debo añadir, además, que tal como lo aconseja Huato, nosotros nos hemos abstenido siempre, antes y ahora, de atacar a nadie, sea quien sea, solo por no coincidir con nuestro modo de pensar o de obrar; nos hemos limitado a defendernos cuando se nos ataca sin razón. Y a quien diga lo contrario, lo desafiamos a que presente pruebas al canto. Por parte de MORENA, en cambio, bastará una ojeada rápida a medios como La Jornada, Proceso y otros, para formar una colección de agravios, calumnias e imputaciones sin prueba, que satisfaría con creces al odio más exigente. Podría poner, incluso, ejemplos de buena voluntad por nuestra parte, como “negociaciones” a niveles muy altos que nunca se cumplieron y se pagaron con nuevos ataques, en el pasado; y hechos de sangre contra antorchistas en el presente, para apuntalar lo dicho, pero no creo que haga falta.
6).- A pesar de todo, siento que no es suficiente respuesta al llamado de Julio Huato: el destino de México y los mexicanos humildes bien vale la pena hacer a un lado agravios en aras de la unidad de los luchadores sociales. Por eso, creo necesario reconocer, con la honradez que merece el artículo de Julio Huato, que nuestras discrepancias con MORENA van más allá de los insultos.
a).- Como ya dije, Antorcha culpa al modelo económico neoliberal de la pésima situación nacional, es decir, su crítica va dirigida a la estructura o cimentación del edificio social. López Obrador, en cambio, culpa de todo a la corrupción del régimen. Ahora bien, para nosotros, la corrupción tiene también su raíz en el modelo, nace de allí y de allí se nutre, se alimenta y se fortalece todos los días, de donde se deduce que no es posible erradicarla sin erradicar el modelo que la alimenta. Además, según nosotros, la corrupción es mucho más que las raterías y el peculado de los políticos; en realidad alcanza a todas las fuerzas dominantes del sistema. La corrupción es la madre nutricia de la mayoría de las grandes fortunas, nacionales y extranjeras, amasadas con el sudor de los mexicanos. Pero el candidato de MORENA piensa que la corrupción es una cuestión de moral personal, fruto de la descomposición moral de los políticos y solo de éstos; transforma así el problema en un problema de ética y deja intocada la corrupción de los grandes capitales. Por eso puede asegurar que su combate es también moral: el ejemplo del presidente. Su crítica es puramente superestructural y eso, a nuestro juicio, es un garrafal y peligroso error de enfoque.
b).- Es verdad que López Obrador ha dicho también que, si llega al poder, dará de baja a los corruptos en el gobierno y los sustituirá con gente honesta. Eso se llama, en buena lógica, destruir el viejo aparato de gobierno para construir uno nuevo. Pero una cosa así solo se la puede permitir una revolución armada triunfante (recordemos que eso fue lo que no se atrevió a hacer la Comuna de París) y no sin graves peligros. ¿Cómo y con quién enfrentará López Obrador la reacción de los viejos poderes defenestrados? Y ¿de dónde sacará los miles y miles de “honestos” con que reconstruirá el aparato del poder? Otro peligroso error de enfoque.
c).- No quiero meterme a hacer cuentas sobre si los ahorros que obtendrá del combate a la corrupción le alcanzarán para cumplir sus promesas. Ya otros lo hicieron. Pero sí debo decir que promesas como echar abajo la reforma energética, la reforma educativa y el nuevo aeropuerto, tampoco me parecen maduras y bien sustentadas. Recuperar el petróleo y ponerlo en manos honestas para beneficio del pueblo suena bien, pero esconde la “enchilada completa”, es decir, calla que no es solo el petróleo lo que hemos entregado al extranjero, sino también los bancos, la minería, el comercio al mayoreo y menudeo, los hoteles y todo lo ligado al turismo, las playas, las líneas aéreas, etc., etc. Por tanto, la pregunta es legítima: ¿por qué el petróleo sí y todo lo demás no? ¿Vale la pena correr el riesgo de un conflicto internacional por el rescate del petróleo en un país colonizado como el nuestro? ¿Y quién garantizará que los nuevos administradores no se corromperán como los del pasado? La educación está mal, necesita una cirugía mayor que no garantiza la reforma actual. Pero ¿sí la garantizan la CNTE y su poder sindical? Y lo que se ahorre cancelando el aeropuerto, ¿alcanzará para sacar de la pobreza a los mexicanos?
d).- Finalmente, es evidente que las filas lopezobradoristas, con muy insuficientes excepciones, están repletas de resentidos, oportunistas, trapecistas políticos e incluso de intelectuales y caciques reaccionarios y opuestos a su proyecto de país. Por tanto, como dice Julio Huato, López Obrador está ante una disyuntiva peligrosa: si no cumple sus promesas, provocará la decepción y el rechazo de sus seguidores que virarán hacia la derecha ultramontana; si las cumple, desencadenará la violencia opositora de poderosas fuerzas del sistema actual. Y no se ve con qué sus huestes estén preparadas para resistir el embate que será feroz. Nosotros, por nuestra parte, no hemos atacado ni atacaremos sin motivo al candidato de MORENA, a pesar de no estar de acuerdo con él en cuestiones esenciales; y con nuestra propia historia como respaldo, podemos asegurar que nunca seremos enemigos, ni siquiera obstáculo involuntario, de un gobierno que, de buena fe, trabaje a favor de los que menos tienen. Nos abstenemos de alardear de esta verdad porque no queremos dar la impresión de cobardía u oportunismo ante el probable vencedor de la contienda electoral, como hace la mayoría de aquellos quienes “hasta el nombre del honor ignoran”, como dijo el poeta.
En síntesis: Antorcha no está con el candidato de Morena no solo por el trato infamante que le ha dispensado y le dispensa su gente, que pudiera pasarse por alto; sino también porque su crítica al régimen es parcial, equivocada en cierta medida y provocadora de una reacción nacional e internacional que no podrá enfrentar, como no pudieron Dilma Rousseff en Brasil, Cristina Fernández en Argentina y Correa en Ecuador. Antorcha busca un cambio para México pero no cosmético ni aventurero. Está consciente de que ese cambio solo lo puede llevar a cabo un pueblo organizado, politizado y decidido a todo por conquistar una vida mejor, y lleva 44 años trabajando en ello y para ello. Pero sabe que el éxito depende también, y mucho, de la correlación mundial de fuerzas entre el imperialismo guerrerista, voraz y enemigo de la paz mundial, y los países que piden un mundo multipolar, solidario, pacífico y con progreso compartido para todos los hombres y todos los pueblos.
Hay que prepararse bien para la lucha interna seria, que es la única que puede triunfar (no es causal que en América Latina solo Cuba y Venezuela estén en pie de lucha; solo ellos están apoyados por un pueblo organizado y consciente), y hay que estar atentos a la evolución de la correlación mundial. La conjunción de ambos factores será la señal segura para un cambio exitoso. Y mientras tanto, ¿qué? Mientras tanto, don Julio, hay que hacer caso al sabio consejo de Cristo “Dejad que los muertos entierren a sus muertos”. Así se explica sin contradicciones la posición electoral de Antorcha en esta coyuntura.