Y es que por casi 12 años, ambos personajes han convertido a Mérida como su feudo, durante ese tiempo el aumento de niños y mujeres originarios como del Estado de Chiapas eran evidente en el Centro Histórico de Mérida, en plazas públicas, incluso, en cantinas del primer cuadro de la ciudad era común ver a menores vendiendo cigarros sueltos o dulces a los parroquianos que acudían a mitigar la sed y a ahogar sus penas con una cerveza bien helada.
Su presencia es más que evidente, por lo que resulta sorprendente que tuvo que suceder una tragedia para que los gobiernos de Vila y Renán, hicieran algo para detener lo que todo mundo veía de manera evidente y nadie, ni siquiera la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Yucatán (Codhey), realizaba acción alguna por rescatar de la evidente situación de esclavitud en la que vivían esos niños y mujeres.
El problema se desbordó, los pedigüeños eran ya vistos en colonias del zona Norte y Poniente de la capital yucateca, donde vendían sus productos a pesar de que existe la prohibición que así lo hicieran, sin embargo, nadie dijo algo, ni hacía algo, eran invisibles hasta la tragedia que se da en un contexto de la ambición de Barrera Concha y Vila Dosal, por continuar disfrutando del erario, uno como gobernador y otro, ilusamente, como Presidente de México.
Hoy fue la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), la que presumió la detención de un sujeto con una orden de aprehensión por secuestro ocurrido en el Estado de Chiapas, quien fue arrestado cuando los “heroicos” esfuerzos de los gobiernos panistas rescataban a 20 menores que eran explotados.
La detención y “rescates” informados por la autoridad, lejos de eximirlos de su responsabilidad y culpa, lo condena aún más, fueron omisos y permisivos, ahora no los mueve su sentido de justicia, ni mucho menos el sacar a los menores de la situación que actualmente enfrentan, los mueve sus cálculos políticos ante las protesta de ciudadanos por la muerte del infante, quien hasta la fecha permanece solo, en la fría morgue de la Fiscalía General del Estado (FGE), sin que nadie lo reclame para dale una digna sepultura.
Lo ocurrido en días recientes con los operativos retrata perfectamente a ambos personajes de la vida política de Yucatán, a quienes no les importa el bienestar de las personas sino su imagen que los lleve a seguir en la palestra de circo político que les ayude a brincar de un trapecio a otro.
Del recuerdo
Hace 9 años, este reportero documentó los abusos que los mismos inspectores de Ayuntamiento de Mérida, encabezado por Renán Barrera Concha, en su primera temporada, realizaron a una mujer originaria de Chiapas, a quien le arrancaron sus prendas y posteriormente huyeron con ellas.
Cuando los hechos eran documentados, uno de los iracundos servidores públicos arremetió en mi contra para intentar destrozar la evidencia, sin embargo, no logró su cometido de impedir de que el abuso que minutos antes había realizado quedara perfectamente registrado.
No es el caso en este artículo hablar de ese hecho contra la libertad de expresión, solo que se enmarca en cómo a pesar de que el incidente fue informado al propio Barrera Concha y al secretario de Ayuntamiento, Alejandro Ruz Castro, ambos funcionarios no hicieron algo por investigar la condición de aquella niña que fue despojada de sus prendas por sus funcionarios.
La fábula
Una mañana, en una granja un pollito corría despavorido porque lo correteaba un coyote para comerlo, de pronto pasó por debajo de una vaca justo en el momento cuando el semoviente defecaba profusamente lo que ocasionó quedara cubierto del estiércol.
Desorientado el coyote, comenzó a buscar al pollito, sin embargo, no lo lograba ubicar ni siquiera con su agudo olfato debido a los fétidos olores del deshecho de la vaca; de pronto, el pollito entonó un: pío..pío… por lo que el depredador, con su agudo oído, logró encontrarlo, lo tomó con sus garras, lo lavó en un estanque y se lo tragó de una dentellada.
La moraleja de este relato es… No todo el que te tira mierda es tu enemigo… no todo el que te saca de la mierda es tu amigo y cuando estés cubierto de mierda no digas ni pío.