Ha tenido ocho erupciones en los últimos mil años, la más reciente en 1870-1875, y podría reactivarse en el futuro. Se ubica en el Cinturón Volcánico Mexicano, en el estado de Nayarit, al sureste de Tepic y cercano a poblaciones como Jala y al río Santiago, a lo largo del cual se ubican varias presas hidroeléctricas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que pueden ser afectadas.
William Lee, coordinador de la Investigación Científica de la UNAM, afirmó que estos trabajos son parte de un esfuerzo para atender los riesgos relacionados con volcanes y otros fenómenos naturales. “Debemos estar listos; agradecemos la colaboración e interés continuo de la CFE para realizar estos estudios, la articulación para presentar el documento y llegar a nivel de políticas públicas para que la población esté protegida, al igual que la infraestructura y los servicios”.
Aquí queda claro cómo el trabajo libre de la academia, articulado con las necesidades de la sociedad, puede dar frutos importantes. “Confío en que seguiremos trabajando así, cuenten siempre con la colaboración de la Universidad”, expresó.
En la presentación de la monografía “Memoria técnica del mapa de peligros del volcán Ceboruco (Nayarit)”, la número 24 que edita el Instituto de Geofísica (IGf), el director de la entidad, Hugo Delgado Granados, explicó que el mapa “es resultado de una cantidad importante de información, que tiene como base una investigación científica de varios años”.
La monografía muestra los resultados de los estudios necesarios para elaborar este tipo de mapas, parte fundamental en cualquier estrategia de prevención de desastres y de la gestión integral de riesgos. “Es una herramienta de pronóstico que permite la planeación apropiada del territorio y establecer estrategias de monitoreo”.
Delgado recordó que el IGf ha elaborado mapas de peligro para varios volcanes mexicanos y latinoamericanos. “La experiencia en estas tareas es muy importante”.
Claus Siebe, investigador del Departamento de Vulcanología del IGf y coautor de la monografía, refirió que si se conoce la historia eruptiva de un volcán se pueden hacer inferencias atinadas sobre su comportamiento.
El Ceboruco parece un cerro más, no tiene la clásica forma de cono; en torno a él se hicieron estudios geológicos, se caracterizaron las erupciones más representativas de su historial, se definieron escenarios de peligro, se simularon fenómenos volcánicos con diferente software y se construyeron varios mapas que, al final, se integraron en uno, recordó.
Luego de un periodo de quietud de casi 700 años, tuvo su última erupción de 1870 a 1875, acompañada de flujos piroclásticos (gases, cenizas y rocas). “Este volcán ha registrado una de las erupciones más violentas que se han suscitado en territorio mexicano durante los últimos tres mil años”.
Siebe mencionó que el resultado del trabajo –financiado por la CFE, con la colaboración de especialistas del IGf, del Centro de Geociencias de la UNAM y de la Universidad Veracruzana– es el mapa, diseñado como un cartel que se puede colocar en instituciones públicas como escuelas, y alcanzar a un público amplio.
Contiene fotografías y esquemas, además de textos breves que explican los distintos fenómenos y peligros que se pueden suscitar alrededor del volcán. “Será útil para la gestión de la protección civil y para la planificación territorial”.
En el mapa se definen tres escenarios de distinta magnitud: menor, intermedia y mayor, que se distinguen por los distintos volúmenes, alturas de columnas eruptivas e índices de explosividad volcánica. Se hicieron simulaciones considerando los flujos piroclásticos y de lava, lahares (flujos de sedimento y agua) y caída de ceniza.
Debido a que el Ceboruco es uno de los volcanes más peligrosos de México, se recomienda implementar un sistema de vigilancia volcánica más permanente; divulgar entre la población que se trata de un volcán, no de un cerro; y recordar que la ciudad de Tepic está rodeada de volcanes potencialmente activos, como el San Juan.
Carlos Gutiérrez, director de Investigación del Cenapred, recalcó que el mapa y su memoria técnica son una muestra de la valiosa tarea que realiza la Universidad para la sociedad mexicana, y ejemplo claro de su contribución a la protección civil, a la prevención y mitigación de riesgos.
Edgar Sánchez, jefe del Departamento de Sismotectónica y Exploración Geofísica de la CFE sostuvo que estos estudios “nos fortalecen como país, pues contribuyen a una correcta gestión del riesgo. “Sobre el cauce del río Santiago se encuentra un importante sistema hidroeléctrico y se requiere este tipo de conocimientos para hacer una planeación de protección civil”.
Finalmente, César Guzmán, consejero nacional de Protección Civil, recalcó la importancia de la prevención, “para ello debemos estudiar dónde vivimos”. En instituciones como la UNAM, la CFE y el Centro Nacional de Prevención de Desastres “tenemos grandes aliados”. La mejor manera de estar listos es la coordinación y confianza en las instituciones, así como la continuidad. (Boletín de la UNAM)