El Gobierno del Estado presume de manera triunfalista los niveles de seguridad de Yucatán, repiten que en el último año la incidencia delictiva se redujo en un 51 por ciento en el estado, Lo que no dicen es que de acuerdo con los mismos datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad , el número de feminicidios tuvo un incremento del 66.67 por ciento en 2022 respecto de 2021.
Luego de un letargo por un sinfín de males que aquejaron a quien les escribe durante varios meses, estamos de regreso. Y es que la ocasión lo ameritaba, porque luego de la cruda postelectoral, varios actores políticos comenzaron a moverse con miras al relevo de los poderes ejecutivos estatal y nacional, donde el viejo adagio tricolor “forma es fondo”, parece ir entramando una alianza que días atrás comenzó como un rumor.
La pasada votación del presupuesto del Congreso del Estado en la sesión plenaria, evidenció aún más la división profunda que existe en el partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) en Yucatán, donde dos bandos están ya perfectamente conformados, justo a tres años del relevo en el Poder Ejecutivo local, lo cual generó un contraataque de una de las partes en conflicto.
Los antorchistas estamos de acuerdo en que las cosas en el país van de mal en peor; que problemas torales como la actividad económica, la seguridad pública y todos los factores que determinan o coadyuvan al bienestar material y espiritual de la gente, lejos de resolverse o aminorarse, se agigantan y se vuelven cada vez más peligrosos para la estabilidad social. Que urge un cambio de rumbo, un nuevo proyecto de país como el único remedio que las actuales circunstancias admiten y reclaman. Estamos de acuerdo en que todos los que pensamos lo mismo estamos obligados a unificarnos en torno a ese nuevo proyecto de país y a formar un frente único para conquistar el poder, que es precondición indispensable para poner en ejecución el nuevo proyecto.


